El reto consistía en posicionar a Canon en el campo de la impresión profesional, donde era muy poco conocida. Desarrollamos una estrategia consistente en demostrar las capacidades más exigentes de las impresoras Canon para dicho sector. Y las mayores exigencias las tienen los ilustradores gráficos. Acercar la marca a nociones artísticas generaría una imagen nueva en un sector en que nuestro cliente era un “desconocido”. La forma más ágil y económica de hacerlo fue estableciendo una colaboración con algunos de los diseñadores más prestigiosos. La editora de arte Taschen había editado su selección de los 100 mejores ilustradores del mundo y recomendamos a Canon patrocinar una exposición de los tres representantes españoles en dicha lista. La exposición fue un éxito y quedó recogida en un video con declaraciones de los ilustradores alabando la calidad de las impresoras “ni yo puedo diferenciar mi dibujo de uno impreso en una impresora Canon”.
El evento tuvo una amplia repercusión en los medios, más allá de los verticales de artes gráficas y, con la idea de "Canon pone la tecnología al servicio del arte" la marca quedó posicionada definitivamente al más alto nivel de exigencia técnica.