Se terminó el mundial de Qatar. Prácticamente con el año acabado, llegó a su fin uno de los mundiales más atípicos, emocionantes y polémicos de la historia. Atípico, porque casi siempre se había celebrado entre mayo y julio; emocionante, porque en lo deportivo está considerado ya como uno de los campeonatos más competitivos y con una de las finales más memorables de todas las que se han dado hasta la fecha; y polémico, por casi todo lo demás.
Desde el momento en que se eligió Qatar como sede para jugar el mundial 2022, se evidenciaron más aún las prácticas poco transparentes de la FIFA que llevaban décadas siendo investigadas como puede verse de manera muy explícita en la miniserie documental “Los entresijos de la FIFA” (Netflix, 2022), y que salieron a la luz pública en el conocido FIFA Gate.
Una polémica tras otra
Aún sin pruebas materiales de que la asignación de Qatar haya sido un caso flagrante de corrupción, nadie podía entender que este país hubiera sido escogido frente a países como Japón, Corea del Sur, Estados Unidos o Australia. En la votación tomaron parte 22 representantes de la FIFA, incluyendo a su expresidente, el suizo Josehp Blatter. De los 22, un total de 10 se vieron posteriormente salpicados en algún caso de corrupción o violación de ética, costándoles de uno u otro modo sanciones o incluso inhabilitaciones.
Para los ojos occidentales, Qatar es un país que vulnera los derechos humanos de mujeres e inmigrantes; donde las relaciones entre personas del mismo sexo se consideran ilegales (con castigos de hasta tres años de cárcel y la posibilidad de pena capital para los musulmanes); un país sin la estructura de seguridad o transporte necesaria para albergar un evento de tal magnitud.
En este punto es donde la comunicación empieza a tomar el papel protagonista. Según publicaba El independiente, fuentes de la organización qatarí declaraban poco antes de comenzar el mundial, estar inmersos en una “crisis de comunicación” que no habían previsto, con múltiples frentes abiertos y sin dar abasto para enfrentarlos.
Y tú… ¿Qué harías?
Ahora tratemos de ponernos en la piel de alguien que se dedica a la comunicación, ya sea en una agencia, como consultor, etc. Un buen día recibes la noticia de que tu empresa va a ser parte de la comunicación del evento deportivo más importante del mundo. Probablemente la primera reacción sea bastante similar a recibir “El Gordo” de la lotería de Navidad. Pasado este momento de euforia, empiezas a ver todo lo que hemos mencionado anteriormente y tu alegría se convierte en desconcierto y conflicto interno. Tienes varias opciones:
- Rechazar el trabajo: “Gracias por contar con nosotros. Nos sentimos halagados. Desafortunadamente existen diversos motivos que nos llevan a tomar la decisión de no aceptar este trabajo por no estar alineado con los valores que sustentan nuestra compañía”. Esa podría ser tu respuesta, lo que te haría reafirmar tus valores y declinar uno de los desafíos laborales más importantes de tu vida. Y sí, si no es tu propia empresa, probablemente al día siguiente estés despedido.
- Tratar de utilizar tu posición para crear cierto impacto desde dentro: Decides aceptar la propuesta, pero vas a aprovechar tu situación para reivindicar alguno de tus valores como sea. Ganarle al sistema desde dentro. Esto es lo que parecen haber pensado marcas como Coca-Cola con una protagonista femenina para su spot “Street”, algo que choca en una cultura como la qatarí. También la marca Budwaiser eligió esta estrategia con un spot donde aparecen jugadores como Messi o Neymar seguidos de aficionados de todo el mundo ondeando banderas entre las cuales aparece una muy simbólica, la LGBT, prohibida en Qatar bajo pena de cárcel.
- Aceptas el encargo y no le das más vueltas: Al fin y al cabo, eres un profesional de la comunicación y tu trabajo es lograr los objetivos comunicativos de la empresa que te contrata sean cuales sean. Te dices que, si no lo haces tú, lo va a hacer otro. Que no hay que ser hipócritas como acusó Gianni Infantino, presidente de la FIFA, a los mandatarios europeos que habían criticado la elección de Qatar como sede para el mundial: “¿Cuántas compañías de negocios, europeas o extranjeras, que ganan miles de millones gracias a Qatar, han discutido la situación de los derechos de los trabajadores migrantes con las autoridades? Ninguna, porque cambiar la legislación implica menos beneficios”. Vas para adelante pensando simplemente en hacer tu trabajo de la manera más profesional posible.
En cualquiera de estos hipotéticos casos, estarás tomando caminos muy diferentes que podrían suponer un antes y un después en tu vida profesional. Nuestra intención no es ni mucho menos dar lecciones éticas ni morales a nadie, pero sí nos gusta abrir el debate, dialogar como comunicadores sobre estos temas y compartir nuestra experiencia.
En Aleph ya nos hemos planteado otras veces situaciones similares como compartíamos en este post donde explicábamos porqué nuestra agencia no trabaja con casas de apuestas u empresas similares. Entendemos que el hecho de que algo sea “legal” no quiere decir que sea ético, por lo que, para nosotros, aceptar determinados encargos supone una forma de posicionarse ideológicamente. Pero también entendemos que hay situaciones más difíciles de discernir que otras, donde abundan los “grises” y es fácil caer en la demagogia.
Sea cual sea la decisión que se tome ante estos dilemas nuestra invitación es como siempre a parar y pensar. No buscar la respuesta obvia, saber que a veces lo bueno es enemigo de lo mejor y que el simple ejercicio de reflexionar sobre la ética de lo que comunicamos ya es un pequeño paso para ejercer esta profesión de la forma más virtuosa posible.
Leave a Reply